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7 principios para levantar una descendencia para Dios (Parte 7: ¿Hijos felices o hijos guerreros?)

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Por: Manuela Castellanos

“Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud”.

(Salmos 127:3-4)

Mis dos hijos mayores son niños, como pueden imaginar, mi casa está llena de escudos, espadas, legos, carros, dinosaurios, etc.

Recientemente, han estado fascinados con la historia de David y Goliat. Es más, les encanta actuar la historia, Noah pretende ser Goliat y Nathan pretende ser David y derrotar al gigante. Por naturaleza, el ser humano fue creado para conquistar. Desde una temprana edad nuestros hijos demuestran una necesidad de alcanzar logros, no simplemente de recibir cosas. Por ejemplo, cuando los niños son pequeños sienten mucha felicidad cuando logran vestirse por sí mismos, mucho más que cuando nosotros lo hacemos por ellos, es más, muchas veces se sienten ofendidos si tratamos de ayudarlos. Qué interesante que para ellos lo importante no sea solo el resultado, sino su crecimiento personal, pienso que esto es algo muy valioso que deberíamos tener siempre presente.

Creo que todos hemos notado que cuando un bebé o un niño aprende a hacer algo por primera vez, lo hace a todo pulmón, lo hace muchas veces y además se lo demuestra a todo el mundo. ¡Es la naturaleza del ser humano! Alcanzar logros y conquistas. Esta naturaleza nos diferencia bastante de otros seres creados, como los animales, por ejemplo, un perro solamente vive para comer, dormir, y jugar. Pero nosotros fuimos creados a imagen y semejanza del Creador, y parte de la naturaleza de nuestro Dios es conquistar y hacer el bien; ¡nosotros fuimos creados para esto! La Biblia nos habla de una generación que Dios levantó después de la época de Moisés y fue la generación de Josué. Dios mismo instruyó a Moisés para que preparara a un nuevo líder para que guiara al pueblo a la conquista de Canaán, la tierra prometida.

La Biblia nos enseña lo que Moisés hizo:

Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará

heredar la tierra que verás.

(Deuteronomio 3:28)

  1. Lo animó

  2. Le fortaleció

Dios no quería que Moisés le entregará todo a Josué, Dios quería que Josué aprendiera a conquistar y alcanzar sus propios retos y desafíos. Esta gran enseñanza nos lleva a hacernos la siguiente pregunta como padres, ¿cuál es la motivación y la razón de la educación a nuestros hijos?

Creo que el gran error que podemos cometer es pensar que la razón por la cual levantamos hijos es para que “sean felices”, es decir, que vivan cómodos y sin enfrentar desafíos. Considero que este no es el fin, Dios anhela que levantemos una generación de guerreros, ¡de hijos que aprendan a pelear las batallas del Señor!

Toda Generación debe conquistar

La generación de Josué entendió este principio y conquistaron toda la tierra, pero después se levantó otra generación que no recibió esta enseñanza de sus padres y no fue una generación esforzada ni valiente, sino una generación cómoda que decidió dejar de pelear las batallas de Dios y simplemente perdieron el Espíritu de conquista.

Mira lo que dice la Palabra que Dios hizo para recordarles lo importante que era la conquista “Cuando se luchaba para conquistar el territorio de Canaán, muchos de los israelitas todavía no habían nacido. Por eso Dios dejó algunos pueblos cananeos, para que los israelitas que nunca habían combatido aprendieran a pelear”. (Jueces 3:5)

  1. S. Lewis, el reconocido autor de “Las Crónicas de Narnia” mencionó lo siguiente, “el cristianismo es una religión de guerra…” ¡Qué gran verdad hay en esta frase! Creo que como padres debemos dar oportunidades para que nuestros hijos aprendan a pelear en el espíritu. Ellos deben entender que somos parte de un reino, del reino de Dios. Por ejemplo, vemos en la vida del Salmista David que su padre Isaí desde su temprana edad le dio una pequeña responsabilidad: cuidar unas pocas ovejas. Y fue en esa pequeña responsabilidad donde David se preparó y se fortaleció para el día en que tendría que librar una de sus más grandes batallas, enfrentar al gigante Goliat.

¡Qué gran enseñanza! Busquemos oportunidades para que nuestros hijos aprendan a buscar a Dios por sí mismos, la importancia del trabajo, de la disciplina, busquemos levantar hijos guerreros que así como la flecha, ¡serán un arma de guerra en nuestras manos! Ellos irán y harán cosas mucho mayores para Dios de las que nosotros hemos hecho.

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